Afortunadamente, y en líneas generales dependiendo del marco correspondiente, un hombre mostrando su torso desnudo no es considerado -culturalmente hablando- una falta al decoro. No es penado por las leyes de lo púdico ir semidesnudo por ahí, pues desde las más antiguas actividades deportivas hasta las primeras películas de Tarzán, ver a un macho en cueros no fue nunca algo escandaloso.
Eso sí, un tema aparte siempre fue el vello corporal. A través de determinadas "censuras", y sobre distintas maneras de suprimir los pelos naturales del pecho, brazos, abdomen y axilas, quedó comprobado que el vello masculino (que por otra parte es un sello distintivo de lo viril), era, por lo menos, un punto incómodo e inquietante que había que suprimir, para el bien y tranquilidad de toda la sociedad. Un hombre va a mostrarse sin camisa, muy bien, pero, ¡atención!, que salga depiladito, por Dios.
Y es comprensible, ¿no lo creen así?, hasta a nosotros, seres adictos a la pilosidad masculina en todas sus expresiones, a veces nos escandalizan (en el buen sentido) imágenes de velludos que nos dejan absortos y con la boca abierta.
Sobre la depilación y sus modas (en auge actualmente), y esa particular censura producida al afeitar actores de cine, por dar un ejemplo, podríamos hablar horas. Sí, ya hablaremos de ello.
Mientras tanto, recorramos este festival de torsos desnudos y díganme si, efectivamente, ¿estos cuerpos velludos nos atraparían de la misma manera que si fueran lampiños?
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Pelos que incomodan
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