En realidad sólo hay que estar atento y muy alerta si queremos experimentar este tipo de avistajes. Porque cualquiera puede ser la oportunidad y el lugar para que ante nosotros se develen algunos encantos que nos llegan como regalos caídos del cielo de los encantos masculinos.
Las situaciones pueden ser de lo más variadas pero, sin dudas, donde más se da el delicioso fenómeno de las "rayitas" es en circunstancias laborales. Pareciera ser que cuanto más inmerso está el hombre en su faena de trabajo menos advierte que una zona vulnerable de su anatomía queda sin cubrir. Y aunque se percate de eso, no le importa, quizá es parte de su labor, y además ya tiene asumido que sus pantalones nunca se quedarán en su lugar, así que ¿para que acomodar lo que volverá a su sitio habitual?
Siempre agradezco el "momento rayita", sea cual fuere la ocasión, son esas preciadas perlitas que hacen mucho más feliz la vida.
Pero veamos más ejemplos, estén atentos...



