¿Qué puedo decir de los vestuarios de hombres que no haya dicho antes?¡Ah...! ¡esos santuarios maravillosos...! Recintos que, como ningún otro, me provocaban un mundo de sensaciones ya desde el momento preciso de atravesar sus umbrales. Mi pecho vibraba, mis latidos se aceleraban, mi garganta se secaba..., todo mi cuerpo temblaba y mi temperatura subía hasta teñirme la cara de rojo. Al ir franqueando a la entrada recibía ese vaho inconfundible que mareaba, enseguida: el sonido indefinido proveniente de un salón reverberante, silbidos, voces, algún coro de cánticos festejando un reciente triunfo deportivo..., y ni bien entraba, el clima húmedo y cálido por la proximidad de las duchas calientes me embriagaban por completo. De inmediato surgían las más paralizantes visiones: aparecían hombres desnudos por doquier, yendo y viniendo ya con sus toallas envueltas a la cintura, ya ofreciendo las pendulares joyas de su anatomía, meneando sus firmes traseros, o bien vistiendo o desvistiendo sus atrayentes anatomías.Ah, los vestuarios...! lugares paradisíacos para quedarse a vivir, y sede de los más excitantes rituales entre hombres.Hoy volvemos a entrar en ellos.
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Un lugar maravilloso
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