Miren estos hombres, miren sus vergas, sus pectorales, sus cuerpos ultrajados por la rasuradora asesina, son bellezas indiscutibles, individuos que algún día fueron hermosos peludos y que, sin embargo, afeitaron o recortaron sus vellos naturales sin piedad. Han quedado yermos, descoloridos, aniñados..., ¡Oh! ¡Sacrílegos todos!, ¿qué derecho tienen de privarnos tan cruelmente de los singulares encantos del macho adulto? No, no tienen perdón, Vellohomo no los perdonará jamás. Las imágenes hablan por sí solas, si usted tiene afeitadoras o tijeras en su casa, ¡cuidado!, el daño podría costarle la excomulgación de este blog (bueno, al menos hasta que los pelos vuelvan a crecer).
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Sin perdón
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