En 1934 se estrenaba la película “It Happened One Night”. Muchos se horrorizaron al ver al actor Clark Gable desabrochar y quitarse su camisa para luego descubrir que no llevaba nada debajo. Es que no era nada frecuente mostrar -al menos con esa adorable y provocadora naturalidad- el torso desnudo masculino ni los pezones. En el caso de Gable, su blanca piel no ostentaba vello alguno, y creo que de lo contrario se habría echado más leña al fuego de lo escandaloso, pero eso es otro tema.
Hoy parece normal que un hombre pueda pasear por la playa sin camisa, por la calle o por cualquier lugar donde quiera descubrirse. Pero -por ejemplo - en lugares como New York recién fue aceptado que un hombre descubriera sus pezones en 1936, así como también el traje de baño utilizado por la mujer fue descubriendo más piel con el paso del tiempo.
Basta con googlear imágenes de 1910, 1920 o 1930 para encontrar a hombres con trajes de baño de cuerpo completo que incluso podían ser penalizados si se los quitaban. Fue en 1934 cuando un grupo de hombres se reunió en Coney Island a protestar sin camisa, con el objetivo de que se quitara aquella regla que les prohibía quitarse la parte superior de su vestimenta en público. Esta medida de fuerza implementada llevó a cuatro hombres a un tribunal. “Muchas personas se oponen a ver gran parte de sus cuerpos expuestos” argumentó la magistrada que los condenó. A esto siguieron otras protestas en Atlantic City en 1935 que terminó con 42 hombres detenidos que además debieron pagar una multa de 82 dólares mientras la gente les gritaba “no queremos gorilas en nuestras playas”.
Pero "los gorilas" triunfaron finalmente y en New York los hombres obtuvieron su derecho a pasearse con el torso desnudo (velludo o no) en 1936.
Historia aparte, y aunque como dijimos, hoy en día ver a un hombre con el torso desnudo es natural en aquellos lugares donde es socialmente aceptado, para mí tiene el voltaje erótico comparable al que podría producir ver a una mujer son su pechos descubiertos.
(Fuente: Nicolas Adet Larcher, "Cuando ellos tampoco podían".)