Contemplar un torso desnudo es asistir a una maravillosa festividad de lo masculino. Podría quedar embelesado por largos minutos ante la contemplación de sus formas, sus texturas y la diversidad de sus vellos. Aprendí, por años, a disfrutar de tantos momentos en los cuales un hombre prefiere estar sin ropa de la cintura para arriba. Algo tan común y aceptado en la vida cotidiana en las temperaturas más cálidas, significa un rito altamente erótico para mí, que vivo cada uno de esos instantes visuales como si se me diera la oportunidad de asistir a una obscenidad intensa que conmueve y excita.
Bienvenidos a la fiesta.