Quantcast
Channel: Vellohomo
Viewing all articles
Browse latest Browse all 3070

Un cumpleaños feliz

$
0
0
Todos los 8 de abril, irremediablemente, me hacen recordar los comienzos de este blog. Y cuando digo comienzos no me refiero exactamente a aquellos primeros días cuando, con un rumbo improvisado, me animaba a armar tímidamente un sitio que inmediatamente lanzado a la blogosfera -un término que hoy parecería haber caducado-, no haría otra cosa que interesarme cada vez más. Sin embargo, los primeros posteos, inciertos y torpes, que sólo tenían unas cinco fotografías (oich!, pueden creer eso????) bajo un escueto título sin ninguna sección escrita, no los considero un verdadero comienzo. Aún recuerdo la primera foto, hela aquí:


Una verga enfocada en primerísimo plano sobre un fondo difuso tomado en exteriores, y coronando esa incipiente dureza circuncidada: el esplendor. Iluminada por la luz natural, un magnífico bosque de pelos largos y negros. Miro hoy esta fotografía, y me parece espléndida. Sí, perdonen la inmodestia, pero debo decir que se trató de una elección de excelente gusto ¿o no?, con semejante pubis no podrán cuestionarme eso. La fotito era sin dudas un ejemplo visual del tema que yo quería plasmar en este blog. El vello masculino. Vello que, cuanto más virgen y natural, mejor y más excitante. Vello que desde tiempos que ya ni recuerdo, hicieron que mi atracción por los hombres fuera un creciente interés generador de deseos y admiraciones. Y si se trataba de admiraciones, claro, este sitio sería (lo supe después), el mejor lugar que yo me podía fabricar para dedicarme a mirar y degustar esos hombres desnudos. Hombres desnudos y peludos. Inconscientemente quería reunirlos a todos, confeccionar una colección por temas, hablar de todo eso, interesar también a otros en mi atávico y propio interés. Pero no, a pesar de que todo parecía empezar con esas primeras fotos, no fue tiempo después que comenzó todo. No sé exactamente cuando sucedió, pero cuando recibí los primeros comentarios, yo no lo podía creer. Aquel primer Vellohomo ya no existe, y claro, no tengo registro de sus archivos ni recuerdo cuándo fue que, asombrado, leí las primeras manifestaciones de allá afuera, del otro lado de mi pantalla (monitor, en aquella época), comprendiendo que lo que yo hacía sin pensar demasiado, se transformaba inmediatamente en algo que sumaba adeptos, seguidores (¿era cierto eso? ¿era posible que tuviera seguidores?), originando en ese momento la sorpresa de entender que lo que yo subía a la red tenía entonces el significado bello de aquello que se comparte.
Si hay una frase que dice "haz bien sin mirar a quién", podría decirse que mi trabajo con el blog se transformó en algo parecido, más o menos a algo como "postea sin saber quién te leerá". Así Vellohomo se convirtió en un blog bastante popular y con muchísimos visitantes. Me río todavía cuando recuerdo que Hairy4ever, exitoso bloguero del momento y luego amigo personal, decía que Vellohomo era el blog más importante de vello masculino (¡!) y su contenido debería ser declarado patrimonio velludo de la humanidad. Está claro que yo no tomaba esas lisonjas en serio, pero me gustaba mucho jugar con esos títulos nobiliarios.
Nació así la tertulia alrededor del "Café Vellohomo", y entonces, todo parecía tener aún más sentido. Porque ¿cuántas veces me había preguntado yo por qué razón práctica seguía coleccionando fotos y subiéndolas a la red?. No sé, pero por aquellos días una cosa estaba bien clara: todo se trataba de un verdadero disfrute. Se trataba de compartir, incluso en algunos casos dar a conocer a fanáticos de los vellos fotografías que no habían visto hasta entonces, se trataba de intercambiar pareceres, opiniones, desde las más estúpidas y simplonas hasta las cosas más profundas que más de una vez me hicieron emocionar, pensar y reflexionar.
Nunca había visto esa interacción tan rica en los distintos blogs parecidos a éste. Generalmente los comentarios de sus visitantes eran dejados como frases que no aspiraban a otra cosa que decir algo circunstancial y hasta vacío. Algunos administradores devolvían el comentario, pero nada más. Yo mismo comenté en varios blogs famosos por la enorme cantidad de comentarios que recibían por día, pero allí quedaba todo. En cambio, a este Café, todo el mundo venía, comentaba y se tendían hilos preciosos de diálogos constantes. Algo raro y precioso como una rara gema.
Debo decir, con alguna recóndita nostalgia y ahora que esa época dorada ya pasó, que a veces echo de menos esa efervescencia que nos llevaba a todos querer volver una y otra vez a este sitio durante cada día (los post entonces eran rigurosamente diarios). Había veces en que yo ni me preocupaba por responder los comentarios de los tertulianos, ni falta que hacía, pues siempre había alguien charlando entre sí o, incluso, dando la bienvenida en mi nombre a algún comentarista nuevo. El lugar de pertenencia estaba hecho.
Hoy sigue, en menor intensidad.
Pero es natural, porque los años que pasan nos cambian y es perfectamente saludable que así sea.

De aquella época del Café, quedaron entrañables amigos. A muchos los he conocido personalmente (otro asombro que jamás sospeché siquiera que podría darse algún día),  y con otros desapareció ese hilo que alguna vez nos hacía sentir tan cerca, a pesar de que no necesariamente lo estuviéramos, en términos de distancia física.


Hoy este blog, mi querido Vellohomo, resistente a tantas vivencias (y tantos errores míos) y aún presente en estas redes extrañas que no llegan a ser redes sociales (cuya importancia actual era inimaginable en aquel tiempo en donde casi todo se comunicaba por e-mail), hoy este espacio cumple ¡nueve años!
Se me ocurrió decir todo esto en este día, en este párrafo algo morriñoso sobre ese comienzo que marcó el encuentro de personas (y personajes) realmente notables, llenos de afecto, de respeto por el otro y de inmensa simpatía; plasmándolo todo aquí como quien piensa en voz alta.
No puedo evitar decir que de esos primeros años guardo un recuerdo hermoso. Y también es imposible no expresar cuánto extraño esa actividad casi furiosa que motivaba el obsesivo ir y venir sobre nuestros ordenadores para volver una y otra vez a contactarnos a través de este sitio.
Sí, extraño todo aquello. Y se me hace difícil decirlo sin sonreír. Como cuando uno valora a la distancia aquellas cosas que fueron bellas en su momento pero sabe que está muy bien que ya no estén. Lo comprendo, claro.
El calor de todo eso, permaneció aquí.
Y a veces me pregunto por qué sigo, y pienso que es por ese calor que se quedó. Hoy, los queridos visitantes de Vellohomo siguen dando calor a este café, lo renuevan día a día, y también se siente la presencia de aquellos que jamás se harán notar con comentario o mensaje alguno.
Indudablemente sigo, después de nueve años, porque el placer de seguir también permanece intacto.
Mientras siga habiendo infartantes e increíbles hombres velludos que admirar, el blog seguirá teniendo sentido.
El post de hoy, un post de aniverario, es mi regalo agradecido para todos ustedes, también es un poco miscelanesco (existe la palabra?), no podía ser de otra manera, porque, después de todo, es en esa mixtura de cosas, que los hilos siguen buscando amarrarse a otros, como terminales virtuales esperando dar curso a sus conexiones.

Feliz cumpleaños, Vellohomo.


















































































































































Viewing all articles
Browse latest Browse all 3070

Trending Articles