Alguna vez lo dije, hubo un tiempo en que el culo de un hombre para mí no era más que un atractivo punto de atención. Con los años, (y con la asistencia de quienes me hicieron apreciar todo de manera distinta), esta zona se convirtió, como corolario de mi plenitud sexual, en un centro de placer absoluto. Desde donde parte quizás toda entrega de un hombre hacia otro.
Es curioso, pero el culo masculino es el único sector que -si fuera el caso- siendo lampiño ejerce sobre mí efectos maravillosos. Pueden imaginarse entonces lo que me causa cuando está letalmente tapizado de pelos. Sí, como dije también alguna vez: la perfección sobre este mundo, definitivamente, existe.
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Entrega
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